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domingo, 1 de diciembre de 2013

Resumen del Sendero Romano (26-10-2013)

Saludos, estimados geameros:

Y por fín, el día 26 de octubre, tras varios intentos previos, el G.E.A.M. pudo embarcarse en el tan ansiado sendero romano entre Almería y Enix, uno de los caminos más antiguos que existen en nuestra provincia, posiblemente un pequeño desvío del ramal costero de la Vía Augusta que conectaba Urci (Pechina) con Virgi (Berja). Suponemos que este ramal daría acceso al puerto de Urci (Portus Magnus) que se hallaba en lo que hoy en día es Almería. La única razón de que se conserve el camino es que transcurre por la complicadísima orografía de la Sierra de Gádor.

Nos levantamos bien temprano, antes de las 7 de la mañana. Nuestra intención era empezar cuanto antes, pues el camino se nos presentaba largo y duro. Es por ello que para las 7:45 de la mañana ya estábamos listos para comenzar el camino en la gasolinera del Bayyana. Éramos cuatro intrépidos expedicionarios: José Miguel, Yedra, José Antonio (un conocido de Yedra que posiblemente acabe uniéndose al club) y un servidor.


Para fortuna de todos, José Antonio ya había realizado el sendero en anteriores ocasiones, así que nos guió sabiamente por el complicado inicio del camino, poco más que una estrecha y empinada vereda entre rocas, cortados y cuestas traicioneras, hasta poder cruzar por un pequeño desagüe bajo la Autovía del Mediterráneo, auténtica heredera de la Vía Augusta en su labor de comunicar el Valle del Andarax con el Campo de Dalías y, a la vez, culpable de tan enrevesado comienzo, ya que al construirla, cortaron el viejo camino que llegaba a la ciudad.

Un par de kilómetros después de cruzar bajo la autovía nos detuvimos un instante a contemplar un maravilloso amanecer sobre la Bahía de Almería, y después reemprendimos la marcha.







Poco después, en el kilómetro 3,5 del sendero superamos con éxito una de las partes más duras, los Caracolillos, donde el camino zigzaguea en fuerte pendiente. Y en el kilómetro 5 seguimos las curvas de nivel del Peñón Colorado, rebasando la cota de los 500 metros de altitud.







El Peñón dio paso a una zona relativamente llana, el Coto de la Cima, donde pudimos disfrutar de las vistas, rodeados por un mar de hierba a izquierda y derecha. Aquella caminata por allí nos sirvió para recuperar fuerzas, pues ante nosotros se alzaba imponente una última elevación que nos llevaría hasta la cota 700 y a la Cantina, nombre de un viejo cortijo, ahora usado como refugio. Las vistas eran magníficas



Tras el más agotador de los ascensos de aquel día, llegamos a aquella vieja construcción, donde tomamos un refrigero y descansamos unos 20 minutos a cubierto. El sol brillaba entre nubes y nos dispusimos a afrontar la segunda mitad de nuestro camino. Era el kilómetro 7.



Avistamos una base militar de la OTAN para la Vigilancia del Estrecho (creemos) en lo alto de una de las colinas cercanas y entonces tomamos rumbo hacia el barranco de Juan Ramón. Nuestro plan consistía en desviarnos del sendero oficial, el PR-A 120 para intentar ser más fieles al camino antiguo, que suponíamos pasaría por la carretera que conduce a Enix.

Seguimos por la carretera sobre la carretera hasta que el barranco se volvió practicable. Y entonces, bajamos a él. Lo nuestro es la aventura, y ser fieles a nuestro lema "Ad Montes per Aspera". El trayecto por la rambla fue de un par de kilómetros, bastante lento, y luego una fortísima pendiente del 15% por una veredilla, paralelos al Barranco del Pocillo, hasta alcanzar las cimas que nos permitieron contemplar Enix en el horizonte. 11 km recorridos y tan sólo 6 para llegar y era mediodía.




 Nos adentramos en la fértil vega de Enix, por detrás de la gran finca de Bodegas Ánfora y recorrimos otro pequeño tramo de carretera antes de volver a la vega y al PR-A 120. Almendros y olivos nos flanqueaban. Como anécdota comentar que, por seguir el consejo de una mujer del lugar, extraviamos el rumbo durante varios minutos.




El sol se hallaba casi en su cénit cuando enfilamos la última subida antes de llegar al pueblo. Seguimos las señales hasta el punto donde termina el PR-A 120, dentro de Enix. Nos fotografiamos, orgullosos de nuestra hazaña, y nos reunimos con unos amigos de Yedra y mis padres, que habían acudido al pueblo a recogernos. Y tomamos vino de la tierra junto a unas merecidas tapas.




Lo habíamos logrado. 17 kilómetros y 6 horas después, habiamos completado uno de los viejos caminos del viejo Imperio Romano en estas hermosas tierras de Hispania.

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