Viernes, 27 de septiembre
La mañana del día 27 , a eso de las 8:50 de la mañana partimos 4 miembros del G.E.A.M. hacia Cartagena (Nicolás, José Miguél, Paco y un servidor). Ibamos con toda la ilusión del mundo por ver una fiesta tan espectacular y única como la recreación de la historia de las guerras púnicas en Cartagena.
Tras una breve parada en Vera, y acompañados en todo momento por música adecuada para lo que nos espera, llegamos a Cartagena poco después de las 11 de la mañana. Tardamos un poquito en encontrar la pension. Pagamos y nos fuimos a dar una vuelta por el pueblo (Pincha en las fotos para ampliar)
Visitamos el Museo del Teatro Romano de la ciudad. Una guía nos contó el fascinante proceso del descubrimiento de tan colosal estructura, enterrada y olvidada por el paso de los siglos, hasta que, hace unos 20 años, los arqueólogos se toparon con el teatro, oculto bajo un viejo barrio de la ciudad.
Después de contemplar aquel hermoso edificio fuimos a comer a la Calle Mayor, la principal vía del casco antiguo de la ciudad. Volvimos a la pensión y nos aseamos para estar preparados para la gran fiesta de aquella tarde.
Llegamos justo a tiempo de contemplar las tropas romanas desembarcando y marchando hacia la ciudad. Nos acomodamos desde una posición privilegiada en la Cuesta del Batel y observamos fascinados la batalla por la toma de la ciudad. Aquella cuidada recreación, la música, los diálogos, la batalla, todo nos dejó sin aliento. Escipión contra Magón, el paso de Qart Hadasht a Cartago Nova, la victoria de Roma frente a Cartago...
Tras la batalla, el pueblo entero se trasladó al puerto a observar el episodio de la Clemencia de Escipión: Libera a los prisioneros, se dictan las leyes que regirán la ciudad, una princesa íbera se reencuentra con su amado y se forja una alianza con los pueblos de Hispania.
Y a continuación el gran desfile de las tropas romanas. Decenas de compañías de soldados, nobles y romanos acompañados de sus estandartes y símbolos. Aquello dura un par de horas. La gigantesca comitiva recorre las calles de la ciudad rumbo al campamento festero. Son las fiestas de Cartagena y la feria está en todo su apogeo. Pero junto al recinto ferial que todos conocemos hay otro con casetas temáticas. Muchos continuan con sus armaduras y trajes romanos y cartagineses (incluido un elefante, jeje, de peluche), por lo que nos vemos trasladados a hace más de 2200 años atrás. Cenamos y nos dedicamos a contemplar todo aquello. Compramos algunas cositas en un mercadillo de época que hay justo detrás del campamento.
Es medianoche, aquello está en ebullición, pero nosotros llevamos 16 horas seguidas sin parar, y el cuerpo nos pide un descanso. Volvemos a la pensión en busca de un merecido descanso.
Sábado, 28 de septiembre
Nos levantamos bien temprano. Tengo que cambiar el coche de sitio, es zona azul. Nos reunimos con los demás y reanudamos la visita a la ciudad. No hay un momento que perder. Visitamos el Museo Naval. Mala noticia, el submarino de Isaac Peral está siendo reparado lejos de allí, pero lo que vemos nos deja sin palabra. Material original y reproducciones a escala de barcos antiguos y también de nuestra gloriosa Armada, desde los tiempos en los que España era un Imperio hasta nuestros días. Compramos algunas cosillas en su tienda.
Buscamos el museo de arqueología submarina. Empieza a llover cuando llegamos a él. Maravilloso. Escampa, comemos en una pizzzería, visitamos el Corte Inglés. y decidimos que es el momento de comprar algún recuerdo más de la ciudad, pequeñas reproducciones de lo que acabamos de vivir. Nos hacemos fotos con romanos y tomamos un helado.
Cae la tarde. Estamos agotados, pero orgullosos del viaje realizado. Tomamos el coche y volvemos para Almería. Parada de nuevo en Vera para repostar. Llegamos a las 10 de la noche. El G.E.A.M. lo ha conseguido: Un viaje perfecto.
